MENTE DIFUSA |
En estos años de globalización, donde los anglicismos se pegan a nuestra garganta para obviar otras expresiones, encontramos Limerencia. En su doble acepción, vemos que es un neologismo inglés que viene a significar, más o menos, sentir amor obsesivamente y la necesidad de la reciprocidad. La otra acepción es el título de la obra de danza flamenca-contemporánea que han coreografiado y dirigido con mucho gusto los dos graduados del Conservatorio Superior de Danza de Málaga Laura Serrano y José Vidal.
Limerencia, significa la locura de Fedra, la del mito clásico, la de Unamuno, la del primer enamoramiento de todos los mortales, y no ha encontrado mejor expresión que el montaje sencillo pero soberbio de la compañía Tr3ce Danza. La Intemperie Teatro de Madrid acogió a la compañía nacida en Málaga en 2017, los días 21, 22 y 23 de junio de este 2019, para mostrar cómo el arte de la danza lo dice todo sin palabras. Había muy pocas localidades, y las escenas se suceden sin telón, encima de los asistentes, creando una atmósfera penetrante que te cuenta la historia en primera persona. Oyes sus respiraciones, vibras con el taconeo y se te estremece la garganta con los gestos. Nunca debe ser imprescindible leer la obra antes de ver su adaptación, igual que no debe ser imperativo leer la nota de prensa antes de acudir a ver una exposición, pero aquí es recomendable. Limerencia oculta el mito original, y deja todo el peso narrativo y la transmisión de los sentimientos a los movimientos poderosos de sus callados bailarines. Fedra está interpretada por la galardonada, y con razón, bailarina Marta Cañizares. Su expresión facial y corporal es el hilo conductor de este drama que se va manifestando paso a paso. Hipólito, encarnado por Jorge Gómez, acaba por no ser el favorito del público por su obstinación en no amarla, creando, a través de una coordinada danza, un momento de esperanza que el mismo rompe al huir de Fedra. Él es un gran bailarín y no tiene nada que envidiarle a su padre, y maestro en la vida real, José María Aragón, que interpreta a Pedro. Él la ama a ella, o al menos parece ser el amor que debe ser, y merece mención especial el duelo entre los dos, cautivador y estruendoso. El toque clásico lo da Ana Belén Martos, la nodriza, cuya presencia domina a Fedra. Realmente, ella, o su encarnación de “lo que debe ser, se debe hacer, porque yo lo mando” es lo que acaba por entregar a la protagonista a los brazos de La Locura. Ella se encuentra a lo largo de la representación con su reflejo en un espejo, y de ese espejo sale lo peor de sí: la sinrazón y la demencia. Mª Ángeles López hace aquí un espectacular papel al fluir descalza por la escena y ser la sigilosa locura que acabará con la agonía existencial de Fedra. Es una grandiosa representación nada ostentosa, ejecutada con escasos recursos empleados con una inteligencia supina. La coreografía es sentimental, atrevida y está muy bien realizada por los bailarines y las bailarinas. Será muy digno seguir a esta joven compañía y espero ver más obras como esta, que transforman este ruidoso mundo del arte en algo palpable y tan emocionante como esta obra de Limerencia.
0 Comentarios
|
AutorCarmen Vera Gutiérrez. Archivos
Junio 2019
Categorías |
Foto utilizada con licencia Creative Commons de QUESERIA LA ANTIGUA